viernes, 25 de marzo de 2011

Reabre la Casa Museo del Greco, auténtico pilar de la historia turística de España

Ayer en Toledo tuvo lugar un hecho desapercibido en nuestra densa revista de actualidad que merece ser destacado. Reabrió sus puertas la conocida Casa Museo del Greco, una solariega edificación toledana en plena judería, tras cuatro años de reformas. La extraordinaria urbe cercada por el meandro del Tajo recupera así una de sus atracciones turísticas de referencia, además de reforzar el nexo con el pintor cretense.
Que reabra este centro encierra una importancia mayor de la que el hecho en sí conlleva. La Casa Museo del Greco es posiblemente si no la primera, sí parte de las atracciones pioneras de nuestro turismo concebida como tal de España. Su apertura se produjo hace cien años al calor del trabajo de Benigno de la Vega Inclán, uno de los visionarios de aquella España que enfilaba el siglo XX que vio en los turbios años del arranque del nuevo ciclo, cuando ni si quiera se había iniciado la primera Guerra Mundial ni la dictadura de Primo de Rivera había estallado, vio que en España había una industria latente: el turismo. Dotó a la España de hace un siglo de sus primeras instalaciones culturales que habrían de dar tanta riqueza a este país.
La Casa Museo del Greco se ubica en al final de un estrecho pasillo que arranca desde la sinagoga del Tránsito. Es una discreta edificación en medio de las apretaduras de la judería que emerge en medio del entramado urbano sin llamar en exceso la atención. Quizá en ella no encontremos los mejores cuadros del pintor renacentista. Cerca se instala la iglesia de Santo Tomé donde se puede apreciar el monumental cuadro del Señor de Orgaz, posiblemente su obra más conocida. En la sacristía de la catedral tenemos otra pieza fundamental, al fondo de la estancia está colgado “EL Expolio”. Todos ejemplos del manierismo que movió los trazos del artista, una forma “espiritual” de entender la pintura, de llegar a Dios. 

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