viernes, 8 de abril de 2011

Salvador Sostres demuestra que la “media machine” es un auténtico teatrillo

Qué Salvador Sostres haya soltado tamaña animalada como que vertió sobre el papel de El Mundo esta semana viene a confirmarme lo que hace tiempo sospecho respecto a los nuevos roles de la prensa de hoy. No le llamen revista, ni papel, ni radio, ni TV. Hagan justicia, pónganle el apelativo de comedieta, entremés, de pasatiempo. El que aquello firmó buscaba eso, notoriedad, y la encontró aunque no sé qué precio. Por la falta de escrúpulos que demostró le debió parecer barato. Desde fuera no lo tenemos tan claro.
Sólo puedo llegar a esta conclusión cuando oyendo a personas que entiendo de supuesto caudal intelectual sueltan tales perlas. Se convierten en actores con papel que cumplir. No son ellos. No cuadra que la pluma fina de muchos pensadores, ideólogos y plasmadores de fobias de nuestro país, cuyo bacground ofrece recorrido, acaben cayendo en la zafia trampa del efectismo que persiguen los adláteres que se matan por entrar, por ejemplo, en la casa que todo lo ve.
Un servidor, es justo y cuasi vergonzoso reconocerlo, ha disfrutado cual enano escuchando historietas de España de mano de gente tan marcada tez como Jiménez Losantos, César Vida y cia, y lo que más parece doler reconocer, me han gustado. Porque su discurso desprende conocimiento cuando omiten fobias. Cuando mientan “la ruptura de España se vuelven insoportables.
Estas situaciones nos recuerdan y sumergen en el contexto tirante, histérico y alejado de la realidad en el que camina hoy nuestra prensa. Medios partidisdas, vendidos a una causa, a un porqué, a un vil material. Trágico pero real. Quizá por eso la espontánea inclusión de la social media en nuestro día a día haya sido más fácil. Entornos donde se critica y se pone acento a lo que realmente preocupa a la gente. Política de calle. Política real. ¿Es tanto pedir?

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