viernes, 20 de mayo de 2011

LIVE Camino de Santiago: Al fin Galicia

Afrontamos el último tramo, quedan escasos siete días, y la mejor seña de que el camino sigue adelante y con el final cada vez más cercano es que Galicia ya está bajo los pies.

Decimooctavo día: 18 de mayo de 2011, Rabanal del Camino- Molinaseca

Desde la Pedraja, para acceder a Castilla desde la vecina La Rioja, la senda no se encaraba hacia el cielo. Desde Rabanal se aborda el último tramo de Foncebadón en cuya cima se yergue la cruz de hierro, otro de los lugares emblemáticos de la ruta. Ante la posibilidad de lluvia se acelera el paso, no conviene dar tregua al ritmo y el descenso a Molinaseca se hace durillo, tramos pedregosos, tendones tensionados y recarga de gemelos. No obstante hay lugar para el cotilleo en Manjarín y su comuna templaria, para ver cómo en los tiempos que corren lo virginal parece tener su lugar. Más adelante, el final de los 37 kilómetros, otra de las joyas, Molinaseca entramado de estrecho urbanismo, idílico puente en el río donde el remojo de los maltrechos pies es obligatorio.

Decimonoveno día: 19 de mayo de 2011, Molinaseca- Villafranca del Bierzo

En una jornada el casi ancho de El Bierzo. A puertas de Molinaseca la capital Ponferrada, paso a hurtadillas por los contornos de su emblemático castillo templario y sucesión de pueblos bercianos, Cacabelos, Camponaraya y Funetesnuevas con su capillita dedicada a un cristo del siglo XV. Al final de los 37 kilómetros la polvorienta senda, en medio de viñedos y viñas, muere a los pies del ábside de la iglesia de Santiago de Villafranca, esa pequeña Compostela de tejados pizarrados y excelentes templos. El albergue, a la salida de la población, marca el inicio de la etapa más dura de las tres semanas de camino.

Vigésimo día: 20 de mayo de 2011, Villafranca del Bierzo- O Cebreiro

Ella subida a Piedrafita es reconocida como el punto más duro del camino. Duro en lo orográfico, pero también en lo físico pues los pies, las plantas, los dedos, presentan la huella del recorrido. Primeras subidas casi de inicio, pero nada comparable a unos cuatro kilómetros asfaltados que te llevan al límite. Luego sigue la subida, y no para hasta travesar la piedra que marca: Galicia. Al olor de las nuevas tierras, se despide El Bierzo, con todo su esplendor a las espaldas. Queda poco para O Cebreiro, otro de los grandes momentos. Población de albergues y bares, pero también de pallozas, esa arquitectura tan peculiar de una zona donde el clima endurece. Han sido otros 30 kilómetros, los más duros.

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